miércoles, 30 de mayo de 2007

A Max Puig...

Monsieur Maximilien Puig merite une palme d'or. Y no porque participara en el festival de cine de Cannes, que histrionismo le sobra para ello, sino por su inigualable "cachaza" al decir, como una star system cualquiera, que estará "fascinado" si los congresistas cumplen su amenaza de someterlo a interpelación para que señale, con su largo y bien cuidado dedo acusador, aquellos comprometidos con la intención de depredar las áreas protegidas en beneficio propio.


Frente al movimiento ciudadano en contra del ecocidio del Ayuntamiento del Distrito Nacional que crece todos los días, Monsieur Puig se hace el sueco, aunque debería hacerse el francés, que es ésa su estirpe elegida para andar por la vida.

Burlándose de la inteligencia del país, dice que investigará, si otros prueban antes, si las palmas que convierten a nuestras avenidas del Polígono Central en remedo miamense fueron o no sacadas de sus lugares naturales violando las leyes ambientales. Delega sus funciones, que poco ejerce porque andar de aquí para allá a 20 mil pies de altura y en el debido confort de la primera clase, no se lo permite.


Tampoco sabe Monsieur Puig si la fábrica de envase de productos químicos de Celso Marranzini causa daño en Haina, que él la encontró ahí y no tiene velas en ese entierro. Si murió un obrero la causa es la ignorancia cerril del muerto cuando estaba vivo: no se activan celulares ni encendedores donde no se debe.


Y si alguien le recuerda que su deber de funcionario y ciudadano, que bastante reclamó la última condición desde el olvidado CIPROS (busque, quien pueda, el análisis de coyuntura que publicó esta ong en marzo de 1996, es una joya), él responde "encantando" que para hacer "más interesante" el espectáculo esperará estar en el hemiciclo y, entonces, hablará sin pelos en la lengua.

Si no fuera porque es esta la República Dominicana y aquí todo se puede, Monsieur Puig estuviera a estas horas, después de sus declaraciones a 7dias.com.do, recogiendo ses photos, ses dossiers et tout les objets qu'on doit ramasser quand t'on laisse derriere, avec de larmes dans les yeux por la nostalgia insoportable, el muelle cargo que nunca se ejerció de manera que los dominicanos y las dominicanas pudiéramos exclamar: ¡Que tranca de secretario!

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