martes, 29 de mayo de 2007

…Es por la poesía, Roberto

Por Víctor Víctor

Es correcto arrancar la mala hierba, y pienso en los gobernantes que engañan a sus pueblos para hacerse de una historia que, al fin y al cabo, será clara y transparente, como ellos no fueron.



Se vale cortar árboles cuando hacen daño, y pienso en el mal ejemplo de esos líderes que simulan ser ‘serios, honestos y capaces’ en franco engaño.

Usted puede aserrar troncos y ramas después de un ciclón y pienso en un funcionario que debiéramos cortarle las manos para que no siga robando.

Incluso, sería explicable transportar un árbol saludable de un lugar a otro, y me imagino a ministros, directores y gerentes, montados en ‘una camiona’, yendo a servir al Departamento de Estado de Norteamérica, por lo tanto les gusta parecerse a ellos.

Lo que no es posible es ‘intervenir’ la paz de una exclusivísima obra de la naturaleza que embellece y enorgullece al barrio y recrea a quienes lo visitan.

No es posible, ni es muestra de buena educación, arrancar parte de la historia del rincón que vio crecer aquella trinitaria, el escondite perfecto y cómplice de los ‘besitos robados’ a la primera novia de todos los muchachos.

Imposible ejecutarse la recomendación fría de un técnico con nombre exótico, aunque la ciencia lo sugiera, sobre todo si otras urgencias vitales no se cumplen: recoger basura, descontaminar el ambiente, evitar el ruido innecesario y promover un buen programa de educación a los munícipes.

La sangre hierve cuando una cuadrilla de exterminadores municipales pretende borrar, sierra en mano, los buenos recuerdos, las magníficas sombras, las mudas palabras de bancos, que son del barrio mismo. Se mueve la ira.

No es que sea amante de las plantas, Roberto, es por la poesía que olvidaste y que siembran los pueblos en cada planta del barrio, ¡barbarazo!

No hay comentarios.: